Y se siguen descubriendo nuevas criaturas y formas de vida en nuestro grandioso planeta... Y como siempre la recomendación para que lo cuidemos y lo conservemos siempre habitable. (MGRS)
No tienen ojos ni pigmentación, se alimentan de hongos y viven en una cueva de cerca de dos kilómetros de profundidad. Fueron hallados por científicos de España y Rusia
Los animales terrestres que viven a mayor profundidad
Científicos de España, Portugal y Rusia identificaron cuatro especies nuevas deanimales en la cueva más profunda del mundo.
Dos de las especies fueron descritas por los investigadores como los artrópodos hallados a mayor profundidad en el planeta.
La expedición hispano rusa descubrió los animales en la cueva Krubera-Voronya, en Abjasia, territorio cercano al Mar Negro. La cueva llega hasta 2.191 metros y es la única en el mundo que supera los dos kilómetros de profundidad.
A pesar de numerosas expediciones científicas previas a este sitio, es la primera vez que logra describirse su fauna.
Los animales están adaptados a la vida en condiciones subterráneas extremas, especialmente la falta total de luz y la escasez de recursos alimenticios. Ninguno de los artrópodos tiene ojos y carecen de pigmentación.
Las nuevas especies, que fueron identificadas por expertos de la Universidad de Navarra, pertenecen al grupo de invertebrados artrópodos conocidos como colémbolos.
“El último registro de colémbolo hasta ahora era a 550 metros en una cueva de una cordillera en la Península Ibérica. Éste sería el caso más espectacular porque el hombre ha llegado a estas profundidades hace muy poco tiempo”, dijo a BBC Mundo Enrique Baquero, profesor del Departamento de Zoología de la Universidad de Navarra y uno de los autores del estudio.
“Se alimentan de hongos”
Para llegar hasta la profundidad de la cueva, “los bioespeleólogos bajaron desde una entrada a 2.500 metros de altura sobre una montaña. Es una cueva muy vertical”, señaló a BBC Mundo el experto de la Universidad de Navarra.
“A partir de ese agujero se va bajando. Hasta los 1.400 metros se dice que es una cueva aérea porque no hay problemas de inundación, pero a partir de 1.400 metros hay sifones que hacen que se retenga el agua y los investigadores deben ponerse trajes de buceo para salvar esa parte inundada”.
“Eso les pasó cinco veces y siguieron llegando a zonas aéreas hasta que ya a los 2.140 metros encontraron una zona inundada por completo, casi a nivel del mar, que está inexplorada”.
Para Baquero, lo que más llama la atención es “la presencia de animales a esa profundidad porque han tenido que llegar desde el exterior hace miles de años. La cantidad de alimento es mucho mas difícil aunque no tienen demasiados depredadores. Es una apuesta de la vida que haya animales que se han adentrado tantos metros dentro de una cueva”.
“Se alimentan de hongos, participando en la red de las comunidades estables de artrópodos que existen en las cuevas”, explicó Baquero.
Sensores químicos
El grupo de los colémbolos es conocido en inglés como springtailo cola de resorte, “porque tienen un apéndice impar bajo el cuerpo y cuando se sienten amenazados lo despliegan de golpe y son capaces de saltar 40 o 50 veces la longitud de su cuerpo, es como si nosotros saltáramos 100 metros”.
Debido a que no tienen ojos, sustituyen esa sensibilidad por terminaciones nerviosas cubiertas de una pequeña capa de piel con pequeños agujeros por los que entran las sustancias químicas.
“Las neuronas detectan esos olores. Es lo mismo que pasa en nuestra nariz, sólo que la sensibilidad que exhiben estos animales es muchísimo mayor que el olfato humano, porque la superficie dedicada a esta función es muy grande en comparación. Los alimentos o depredadores sueltan por el aire moléculas y ellos son capaces de detectarlas y decidir lo que tienen delante”, dijo Baquero a BBC Mundo.
Las especies, que miden entre uno y cuatro milímetros, fueron halladas a profundidades diferentes.
Sus nombres son Anurida stereoodorata, Deuteraphorura kruberaensis, Schaefferia profundísima y por último Plutomurus ortobalaganensis, descubierta a la mayor profundidad, a 1.980 metros bajo la superficie.
Baquero y su colega Rafael Jordana, expertos en taxonomía, identificaron las especies. El equipo de bioespeleólogos que se adentró en la cueva incluye a Sofía Reboleira, de la Universidad de Aveiro en Portugal, y Alberto Sendra, del Museo de Ciencias Naturales de Valencia.
Los resultados de la expedición fueron publicados en la revista Terrestrial Arthropod Reviews, TAR.
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